Saltar al contenido

En su familia, siempre se respiro deportes como el voleibol.

Voley mamá

Confiesa que la afición que siente por el voley va mas allá. Es algo que necesita su mente, es algo más que una simple rutina, se ha convertido en parte de su vida. Refiere que después de dar a luz a Nico, no aguanto más, y al acabar la cuarentena comenzó a darle al balón en pista.

¿Cómo se inicia en el voleibol?

Astrid empezó a jugar voley con 10 años, siguiendo los pasos de su madre que lo practicaba en el Club El bosque, en Lima. Ver a su madre divertirse con sus amigas y lo bien que se lo pasaban le llamó la atención, se quedó llena de curiosidad y se inició asiduamente en la práctica.

Creció en un ambiente deportivo, madre activa en el voleibol y padre dinámico jugador de baloncesto. Nos cuenta Astrid, que no paraba de animarlos en jornadas de competición. Ella ya había elegido el voleibol como su deporte favorito, pero le encantaba ver jugar a su padre al baloncesto.

¿Y cómo eran las tertulias después de los partidos de sus padres?.

Notaba que nunca acababan, opiniones, comentarios, debates se sucedían. Lo vivían de una manera intensa predominando el buen rollo.

Bien..¿Y qué paso después?

Astrid llegó a Madrid hace 9 años para trabajar como médico en el hospital La Paz. Después de 4 años intentando buscar un equipo para seguir su afición; por fin encuentra un sitio donde hay gente tan aficionada como ella, y se une al Club StarsVolleyball. Sentía de verdad que por fin había dado con algo que le permitía desconectar del estresante mundo de los hospitales.

Además, descubre que jugar en un equipo cambia el panorama. Considera al voleibol un deporte de equipo, donde no hay lugar para las “estrellas”, todas son importantes para hacer el punto y ganar partidos, es como un engranaje.

Se da cuenta lo difícil que es jugar en grupo y lo necesario que es conocerse un tiempo para saber cómo juega cada persona, lo esencial que es la concentración y confianza con cada una de tus compañeras, asegura.

Después de 5 años en el Club entiende mejor la época de sus padres deportistas y se pregunta, ¿cómo no se lo iban pasar bien?.

La responsabilidad de trabajar con vidas humanas le supone presión, un alto nivel de estrés, estado que cambia cuando está en el campo ya que siente otro tipo de presión que es hacerlo bien para que el equipo salga adelante.

Se considera una pieza importante en el equipo como colocadora. Estos instantes la liberan de la presión del ambiente hospitalario al hablar mucho de voleibol y sobretodo, dar el 100% en la pista donde fluye el balón.

Solo por esos momentos alimenta su pasión.

Se lleva más alegrías que frustraciones, sobre todo cuando siente que juntas han luchado, sudando la camiseta, tirándose a por el balón. Esos partidos aunque se hayan perdido son los que le saben a grata victoria.

A pesar que existen bajas en el grupo, cosa que le causa muchísima lástima, siente que su equipo es como su otra familia, algo que no le llena otras actividades que realiza. 

¿Cómo lleva la última parte del juego?

Así es que después del juego no deja escapar la oportunidad de jugar el cuarto tiempo. ¿Qué es el cuarto tiempo?. Algo muy simple, ir con tu equipo a beber unas cañas, refrescos convirtiéndose en lo mejor de la semana. 

Se inicia el debate, momentos de desahogarse de lo bueno y malo del juego. Le llena de alegría compartir con sus compañeras el buen rollo y chute de energía después de cada partido.

¿Y qué hacer para respirar más voleibol?